Estaba con mi pequeña hija disfrutando de la maravillosa playa de Copacabana en Rio. Ambos nos bañábamos como si fuera nuestro último día de vacaciones, sobre todo mi hija que a pesar de su corta edad se zambullía bajo las olas con singular habilidad. Mientras ella hacía gala de sus destrezas acuáticas nadando literalmente como pez en el agua, a mi costado, a pocos metros, un misterioso mulato nos miraba sin cesar. Sin que mi hija lo note, fui prestándole más atención a este carioco de casi dos metros de alto a quien el agua le llegaba a la cintura, mientras que a mí, a la garganta. Este moreno que en realidad era casi azul, veía molesto cómo se bañaba mi hija mientras que moviendo de lado a lado su cabeza, decía:
-Qué vergüenza
Del miedo, rápidamente pasé a la intriga, y armándome de valor le pregunté:
-Vergüenza de qué, ¿por qué?
-¿Cuántos años tiene tu filhia? Me preguntó.
Avergonzado por dejar que mi pequeña hija nadara solita entre las olas, le contesté tímidamente:
-Cinco años
Nuevamente movió la cabeza diciendo:
-¡CINCO AÑOS! Qué vergüenza. Yo tengo cuarenta y cinco y aún no sé nadar, y tu filhia tiene cinco y nada mejor que nadie!
-Qué vergüenza la mía. Volvió a decir.
Más calmado, entre risas y hasta con un poco de pena, descubrí que la primera impresión, muchas veces no es la que cuenta.
¡Qué vergüenza!
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Comentarios
8 respuestas a «¡Qué vergüenza!»
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me encanto!!!
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Gracias Tali!
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Q lindo!! es verdad la primera impresion no es la que cuenta!!
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AUNQUE DICEN QUE NO HAY UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA CAUSAR UNA PRIMERA BUENA IMPRESIÓN
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Bruja…siempre te he dicho que tus ideas y comentarios…y ahora tus narraciones son lo´máximo, si hubieses seguido tu instito de miedo, quizá no hubieses nunca escrito la frase final… descubrí que la primera impresión, muchas veces no es la que cuenta.
Y esa es la realidad de la vida
Un abrazo-
Gracias Chino! Otro abrazo para ti
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de una pequeña historia… varios mensajes de vida…
Muy bueno Bruja… un abrazo.-
Gracias Tato
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