Ala hechicera

Ayer fui a jugar golf al Country Club de Villa. Un día tranquilo, con el campo como siempre: prolijo, verde, silencioso. Pero algo distinto flotaba en el aire. Un tirón suave —pero firme— me empezó a desviar de mi ruta habitual. Como si alguien invisible me susurrara: “ven por acá”.

Y obedecí.

Me acerqué a la laguna, no por curiosidad, sino por intuición. Y entonces la vi.

Un ave. Grande, de cuello elegante, plumas oscuras, mirada intensa. Una garza, sí, pero no como las que normalmente están en el club. Esta tenía algo distinto. Me miraba fijo. No se asustaba, no se iba. Se quedó ahí. Como si me estuviera esperando.

Me acerqué lento, respetuoso, casi en puntillas. Pero nada. Ni un aleteo. Ni un movimiento de huida. Solo esa mirada clavada en la mía. Y esa calma que no se explica. Como si entre los dos hubiera un acuerdo tácito que venía de antes, de otro tiempo.

Esa noche, ya en casa, investigué. Necesitaba saber qué ave había cruzado mi camino.

Y ahí fue cuando la magia se hizo evidente.

Se llama Garza Bruja.

Sí. Así, tal cual.

Garza Bruja.

Su nombre científico es Nycticorax nycticorax, que en griego significa “cuervo nocturno”. Porque aunque es pariente de las garzas más conocidas, esta tiene hábitos más misteriosos: suele aparecer al anochecer, es silenciosa, solitaria, y tiene una mirada que parece esconder siglos. Habita zonas húmedas de América, Europa y Asia. En Perú, se le ve en los humedales costeros. Y aunque algunos la consideran esquiva, conmigo hizo todo lo contrario: se acercó. O más bien, me dejó acercarme.

Y entonces lo entendí todo.

No fue casualidad. No fue suerte. Fue reconocimiento de brujas.

A veces, la vida nos lanza señales con plumas.

Nos recuerda quiénes somos a través de encuentros imposibles de explicar.

Nos dice, con sutileza, que no estamos solos.

Que la magia no se fue.

Que aún hay pactos antiguos que siguen vivos.

Y aunque no me habló, me dijo todo.

Porque entre brujas no hace falta hablar.

Una mirada basta para advertir que algo está por venir.

Y yo lo sentí.

No sé qué es.

Pero ella sí lo sabe.

*Dato curioso

El Huairavo en la mitología chilena.

En la Isla de Chiloé el huairavo ha estado vinculado a leyendas desde hace muchos años. “La voladora”, es el nombre dado a una bruja mensajera que tiene el poder de convertirse en huairavo. Cuenta la leyenda que para transformarse, la bruja debe beber un brebaje amargo que hace que ella vomite sus intestinos, abandonando la apariencia humana mientras su cuerpo se cubre de plumas. Una vez transformada, ella vuelva entregando mensajes que guarda de los brujos. Esto sucede en la penumbra de la noche, ya que la voladora sabe que antes de la llegada del sol, debe regresar a la guarida para recuperar su forma humana. La leyenda cuenta que esa en la razón por la cual se escucha al huairavo siempre después del ocaso. La leyenda de la «voladora» no solo transforma al huairavo en un ser mágico, sino que también refleja la relación ancestral del pueblo chileno con la naturaleza. Huairavo Nycticorax nycticorax


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Comentarios

2 respuestas a «Ala hechicera»

  1. Avatar de Mia Mac Lean
    Mia Mac Lean

    la próxima la traes a la casa

    1. Avatar de MacLean Christian

      Jajaja. Serian muchas brujas en casa!

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