He tenido -como todo tablista- muchas situaciones de peligro. La primera vez fue en Puerto fiel con olas de 4 metros en Semana Santa, después en la Herradura y también en Peñascal donde un olón me rompió la pita y me sacó la botita de doble pega pega como zapato de atropellado. Esos que vuelan por el impacto.
Fuera de Perú, en Padang Padang Bali Indonesia, donde una ola me estampó sobre el Reef dejando mi cuerpo tatuado de serios arañones
En Kamikaze Hawaii con los tiburones, sin contar a los locales que también son como depredadores o peor.
Hoy, Costa Rica no fue la excepción.
Luego de correr La Lora en Santa Teresa decidí visitar otra ola, y de las más famosas: Playa Negra.
La entrada fue más fácil de lo que pensé, luego de correr en Santa Teresa donde tenías que fondear y pasar muchas espumas para llegar al punto de quiebre.
Esta vez, una corriente central te llevaba directamente al point con muy pocos surfers. Unos 10 máximo.
Motivado por mi performance del día anterior decidí ubicarme primero que todos y bien al inside desconociendo lo que podía pasar.
De la nada, entró una serie de olas de tres metros y opté por enfrentar la primera fondeándome un metro y medio de profundidad. La experiencia inicial fue fantástica. La enorme espuma pasó sobre mí sin causar estrago alguno.
Vino la segunda ola y también fondeo pero esta vez el revolcón fue casi fatal. La ola me trató como un trapo llevándome al fondo durante unos 25 segundos para luego sentir el jalón de la pita y permanecer otros 10 segundos más bajo el agua tratando de conservar la calma. Luego vino la tercera ola revolcándome nuevamente, y con más furia.
Dicen que cuando uno siente que va a morir, toda tu vida y recuerdos pasan delante de ti y te acuerdas de todos tus seres queridos: mentira. Yo solo pensaba en cómo salir de esa situación que me ahogaba, literalmente.
Luego pasaron la cuarta y la quinta ola quitándome no solo el aire y la fuerza, también todo mi orgullo y seguridad.
Afortunadamente pude salir con la última ola de la serie y con una gran lección. Nunca subestimar nada.
Ahora la frase Pura VIDA tiene para mí, mucho, mucho más sentido.
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