Últimamente, y como en todas las épocas se utilizan palabras que al igual que el ciclo de vida, nacen, crecen y mueren para dar origen a otras nuevas.
Cada generación se caracterizó por el uso y abuso de vocablos como paja, excelente, alucinante, qué palta, meter floro, mostro, al toque, bacán, lechero, asu madre, chévere, mal, demasiado, etc., para referirse a una situación determinada hasta que se instaló en boca de casi todos el término “literal”
Es lamentable el abuso y sobre todo mal uso que sufre la palabra más prostituida de los últimos tiempos.
Cada frase o comentario -hoy en día- casi siempre cierra con un “literal”, sin importar si ocurre literalmente, tal y como lo estamos verbalizando, en un sentido no metafórico.
Cabe decir, el sentido literal es lo opuesto al sentido figurado.
Podemos decir literal, si alguien es viejo, y está arrugado como pasa, si una persona estaba muy ebria en el piso, “se caía de borracho” o si alguien le clavó realmente “un puñal por la espalda” a un individuo.
Si verdaderamente vemos a alguien irse por las ramas no porque se desvía de la conversación sino porque efectivamente se escapa por las ramas de un árbol, si observamos a un chino pobre fumar como chino en quiebra o si descubrimos a un panadero con las manos en la masa.
Eso, es literal, y punto. Literalmente.
Literal
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