Lapsus Cola

Inicio esta historia con una confesión: antes de convertirme en el chamán del marketing gaseoso, yo era un fiel devoto de Coca-Cola. Lo confieso sin culpa: la bebía con entusiasmo, como quien reza una oración efervescente.

Mi lengua estaba educada por sus burbujas y mi subconsciente tenía tatuado su logo como si fuera un recuerdo de infancia. Pero el destino —que en publicidad suele venir disfrazado de brief— me puso en Publicistas Asociados, y con ello, la responsabilidad sagrada de llevar la cuenta de Pepsi. 

Tuve que reprogramarme: cambiar de gaseosa como quien cambia de religión. Reeducar mi paladar. Apagar la chispa de la vida y encender mi pasión por el sabor de la nueva generación 

Era mi primer encargo para la cuenta de Pepsi.

El producto: nada menos que Juan Luis Guerra. O, más bien, una promoción para ir a verlo en concierto juntando chapas marcadas.

Apenas inicié mi proceso creativo sentí la presencia del Gran Caribe descendiendo sobre mí: ese algo mágico y sudado, entre bachata y bebedizo, que habita las canciones de Juan Luis. Porque él no canta, hechiza.

Así nació mi historia: una madre preocupada lleva a su hija al consultorio de un chamán:

—Maestro, a mi hija le subió la bilirrubina y ve burbujas de amor.

El chamán 

—¿Bebió algo?

—Sí… una Pepsi.

—Ahhh… su chapa salió premiada.!!!

¡Y boom! Explota la música de Juan Luis. Una historia que, en los noventas, nadie llamaba storytelling porque aún no sabíamos que contar historias tenía copyright. 

Y entonces llegó el momento de presentarla.

Primera vez en PepsiCo. Salones tan brillantes que uno siente que los pecados se reflejan en el piso encerado. Directivos de alto voltaje, trajes importados, y yo, sudando creatividad y ansiedad por partes iguales.

Comienzo mi presentación con la pasión de quien va a confesar un milagro. Llego a la parte cumbre del por qué la niña estaba hipnotizada y remato con el cierre donde se muestra el producto, el ícono, la joya de la corona gaseosa. Y ahí, en mi clímax narrativo, con la voz ya casi en trance, digo:

—Y entonces, aparece el logo de CocaCola con hielos y mucha apetitosidad.

CocaCola!!!

Sí, dije CocaCola en lugar de Pepsi!

Silencio bíblico.

Los de mi agencia me miraron como si acabara de invocar a Satanás en plena misa.

Los de Pepsi… como si hubiera llamado a mi nueva novia con el nombre de mi ex…

Yo, tragando gas, atiné a decir:

—Perdón… nunca más vuelvo a decir tremenda lisura!

Silencio.

Risas.

Aplausos nerviosos.

Y una puerta que, por algún misterio del humor involuntario, no se cerró, sino que se abrió de par en par.

Así fue como, gracias a un lapsus y un chiste con alma de exorcismo, comenzó mi historia como director creativo de Publicistas Asociados y —por cuatro años de burbujas y campañas — señor de la cuenta de Pepsi.

Moraleja:

Si vas a invocar a la competencia en casa ajena, asegúrate de hacerlo con gracia. Y de tener una buena idea para vender y una mejor para disculparte.

Preferentemente, una que suene a chiste… aunque sea un grito de auxilio.

(Para ver el spot ingresa al link)

https://youtu.be/LtvkGl6u1Eg?si=SEEKbfIaDkdHRh1h


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Comentarios

6 respuestas a «Lapsus Cola»

  1. Avatar de Francisco
    Francisco

    Siempre disfruto con tus anécdotas y tu fina pluma, mientras leia me acordaba verte disfrazado de Juan Luis Guerra en uno de esos comerciales, pero a decir verdad este relato estuvo cuál tu chiste muy coca cola.

    1. Avatar de MacLean Christian

      Todos tenemos algo de CocaCola!

  2. Avatar de Xavier Mac-Lean
    Xavier Mac-Lean

    Ja ja , buena anécdota ….

    1. Avatar de MacLean Christian

      Gracias! Vienen muchas más..

  3. Avatar de Heinz
    Heinz

    Excelente anécdota, pero si realmente escuchas bien la letra de JLG, tiene un doble sentido, » quisiera ser un pez en tu pecera, y hacer burbujas de amor» ya sabrás lo que quiso decir….lo dejo a la imaginación.

    1. Avatar de MacLean Christian

      Tremendas letras de Juan Luis!

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