La otra cara del Panel

Los paneles. Sí, esos que aparecen  cada verano especialmente camino al sur o los que invaden descaradamente la ciudad y nuestro espacio en época electoral.
Publicidad al paso que genera opiniones encontradas.
Unas, negativas, por  atentar contra el ornato,  zurrarse en los dispositivos legales que prohíben su instalación en cualquier lugar, por el peligro de distraer a los conductores o marearlos con otro tipo de curvas
Otras, a favor por el despliegue de Creatividad que nos hace más entretenido nuestro recorrido por  las playas del sur cada verano
Los paneles se han convertido en un medio muy atractivo para anunciantes, agencias y sobretodo, para los creativos
Cada año, la panamericana sur se transforma en una galería de mensajes publicitarios que acaparan nuestra atención.
Paneles extraordinarios que se distinguen por su ingenio, diseño o formato. Otros también que llaman nuestra atención pero por su contenido mal diagramado,  su falta de ingenio, su interminable información o simplemente por su mal gusto.
El verdadero problema se descubre terminada la temporada de verano cuando las empresas en lugar de retirar las enormes estructuras, se limitan a pintarlos de azul para evitar que los productos anunciados sigan exponiendo sus mensajes gratuitamente toda la temporada de invierno dejando tremendas estructuras decorando el paisaje durante los ocho meses restantes

La pregunta es, por qué los que solemos seguir visitando el sur -turistas o locales-  tenemos que recorrer este camino lleno de paneles que agreden nuestra vista cual paja en el ojo, y no solo del ajeno.
Las empresas que alquilan estos paneles no son dueñas de nuestro espacio ni de nuestra vista. Sugiero que estos medios agreguen en su presupuesto, un monto que cubra el desmantelamiento total de las estructuras para dejar el camino libre de paneles pintados de azul o esqueletos de fierro que atentan contra  nuestra salud visual.
¿y Por dónde anda el ANDA?  ¿Camino al sur?  Debería.