Guerrero del VAR: crónica de una caída anunciada

Hubo un tiempo en que Paolo Guerrero era sinónimo de gol, garra, y mandíbula apretada en cámara lenta mientras nos devolvía la fe en el fútbol. Pero ese tiempo quedó archivado entre los recuerdos. Hoy, Paolo no mete goles: mete reclamos.

En la cancha, el Depredador ya no acecha. Más bien, busca. Busca el roce, el silbato, el milímetro de contacto que le permita lanzarse al césped como quien se desmaya en una ópera italiana. Y qué interpretación, señores. Ni en el Gran Teatro Nacional  hay tanto dramatismo. Se lleva las manos al rostro como si le hubieran disparado con un francotirador desde la tribuna. Gira en el aire. Cae. Mira al árbitro como quien suplica oxígeno. Y si no le cobran, ¡ah! el escándalo, el manotazo al viento, la arenga al cielo. Lo único que le falta es gritar “¡corten!” al final de cada escena de novela turca.

Y así estamos: esperando que entre y rompa el arco, pero lo único que rompe es el ritmo del partido con reclamos.

¿Y los goles? Bien, gracias. A veces aparecen. Como el cometa Halley. Pero lo que no falta es el gesto adolorido, la súplica al juez, el pique de cinco metros seguido de diez de queja. Es un delantero de nueva generación: no define, denuncia. Le hace más presión al árbitro que a la defensa rival.

Antes le temían los centrales. Hoy le temen los jueces. Porque Paolo ya no busca el arco: busca justicia. Una justicia emocional, divina, que compense lo que su físico ya no puede. Si lo tocan, se cae. Si no lo tocan, también. No mete codazos, «las caras del rival golpean los suyos» Y si lo cambian, ¡sacrilegio! Se va caminando lento, como quien deja el escenario después de su última función en Broadway.

Así estamos. Viendo cómo el ídolo se convierte en meme, cómo la leyenda muta en sticker. Y no es que uno no lo quiera. Uno lo recuerda. Pero a veces da ganas de decirle: “Paolo, menos telenovela, más fútbol. 

Moraleja

Cuando un ídolo cae, a veces no es culpa del rival… sino del ego que ya no cabe en la camiseta. Y en vez de patear el balón, patea el recuerdo de lo que fue. Cuidado con convertir la gloria en performance: que el último acto no borre la ovación del pasado.


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2 respuestas a «Guerrero del VAR: crónica de una caída anunciada»

  1. Avatar de Francisco
    Francisco

    Paolo debe cambiar esa actitud y tener una buena actuación para buscar un retiro digno, por que ya es hora del adiós.

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