Gallinazos sin alas

Desde hace algunos días, los gallinazos de Cristina Planas nos vigilan para saber si entendimos su mensaje. 
A mí, me costó entenderlo, gracias a que la misma Cristina en su bella casa me lo explicó.
Pero, cómo se lo decimos a nuestros vecinos de La Encantada que no tuvieron el mismo privilegio que yo.
Ahí va la explicación.
El reciclaje es una de las pocas salidas para la sostenibilidad en sociedad. Por ello se rescata la figura del gallinazo como pionero del reciclaje.
Hasta ahí, todo bien, pero ahora cómo le explicamos a Cristina que cada vez que llegamos a nuestra casas, ellos nos reciben cual pueblo fantasma que espanta también a nuestros amigos, que cuando llegan a nuestra urbanización-lejos de entender la resignificación de los términos reciclaje y basura- no solo cuestionan la tenebrosa aparición de las cabezas, también experimentan la desagradable sensación de ser recibidos por los personajes menos apropiados para dar la bienvenida a una de las urbanizaciones más bellas y ecológicas de Lima y que goza del privilegio de convivir no solo con gallinazos,también con garzas, huerequeques, cigüeñuelas, patos, yanavicos, chorlitos, osteros, zarapitos, playeritos y miles de aves migratorias que no sé si serán las más calificadas para recibirnos, pero por lo menos, son más agradables que los gallinazos en sus formas y colores.
Queda claro el mensaje, pero lo oscuro del mismo es no saber hasta cuándo estos personajes nos acompañarán y recibirán cada vez que lleguemos a nuestras casas.
El problema no es con el arte ni con la estupenda y atrevida forma de llamar la atención; es con estos gallinazos que parecen no tener alas ya que no sabemos cuándo volarán de nuestras palmeras que ojo, no están muertas. Están esperando un mantenimiento, una poda, un cariño o por lo menos que los verdaderos gallinazos y uno que otro guanay no caguen sobre su copa para permitir que sus hojas broten nuevamente y nos reciban con sus ramas abiertas.